Nosotros podemos admitirlo: nadie va alegremente al médico. Tampoco la mayoría de las mascotas. Pero como siempre es mejor prevenir que curar, las visitas periódicas al veterinario son mejores que enfermar. Lo que significa reunir la voluntad de recoger el teléfono para hacer una cita y prepararnos psicológicamente para enfrentar esta aventura.
En este punto, algunos dueños informan que suceden cosas extrañas. Algunos perros y gatos parecen oler la cita tan pronto se termina la llamada. Algunas mascotas se ocultan inmediatamente después del llamado. Y en realidad, este comportamiento no es tan extraño. Las mascotas que viven en estrecho contacto con los seres humanos pronto aprenden a conocer nuestra rutina cotidiana y pequeñas peculiaridades y patrones de comportamiento, y son a menudo capaces de captar el significado de las palabras que decimos, incluso cuando nunca les enseñamos. Nuestras mascotas no pueden hablar, pero son expertos en lenguaje corporal. Tal vez los miramos de cierta manera particular mientras estábamos hablando por teléfono, tal vez escucharon la palabra “veterinario”… Y ahora están tratando de escapar.
Entonces, ¿qué podemos hacer para prepararnos mejor para esta amenazadora visita al veterinario? Ante todo, la seguridad. El viaje al veterinario debe incluir el equipo adecuado, correa para los perros, transportadora para los gatos. Nunca se debe permitir que los animales domésticos se muevan libremente dentro del coche: ningún gato en su regazo, ningún perro olfateando hacia fuera a través de la ventana. Esto significaría más riesgo de un accidente, por no mencionar una gran multa. En la sala de espera, nuestras mascotas probablemente se encontrarán con otros amigos y, por muy sociables que sean, siempre que se encuentren en un lugar pequeño y desconocido lleno de extraños olores y animales desconocidos, podrán ponerse nerviosos. Manténgalos bajo control en todo momento.
Por supuesto, muchas mascotas odian las transportadoras… Pero, aunque hay varias maneras diferentes de restringir a los perros en él auto, tales como separadores y cinturones de seguridad diseñados específicamente para ellos, los gatos se escabullen y encuentran su camino por todas partes, lo que hace que las transportadoras sean inevitables. Un consejo: si su pequeño amigo odia sentarse dentro de una, trate de hacer que se acostumbre de antemano. Por ejemplo, usted puede utilizarla mientras juega con su gato, lanzando una pequeña pelota o un juguete adentro. Así podrá comenzar a aceptar su existencia, y tal vez hasta la utilice como escondite. Colocar un cojín dentro, como los de la línea Atlas, sin duda hará que se sienta más confortable. Ya es malo tener que ir al veterinario, tener que viajar en una transportadora incómoda sería demasiado para soportar.
No olvide sus registros de salud, su pasaporte y toda la documentación médica que tenga con respecto a las citas anteriores (tales como análisis de sangre, tratamientos previos o en curso, etc.), para que su veterinario pueda examinarlos.
El día finalmente ha llegado, y los dueños deben cooperar. Como nuestras mascotas no pueden describir cualquier dolor o incomodidad que estén sintiendo, deben ser cargados y sostenidos, desde ya, una situación incómoda y estresante para ellos. Es importante consolarlos, hablar con ellos o recompensarlos con bocadillos o caricias. Si usted no se siente a la altura de la tarea debido a su propia ansiedad, pida ayuda y aléjese de la mesa de examen para que el veterinario pueda hacer su trabajo sin tener que lidiar con su mascota tratando de saltar a sus brazos desesperadamente.
Gracias a la veterinaria Dra. Chiara Pellizzari por su ayuda.